En el marco histórico de la conjura organizada por la reina Catalina de Médici para acabar con el poder de su enemigo l’Admiral de Coligny, y que terminará con la Noche de San Bartolomeo, su camarera personal, Tinella vive une intensa historia de amor, sin darse cuenta de ser víctima de un engaño. Todos los eventos pasan en un sólo día, el día precedente a la masacre.
Castillo de Blois, 1589. Desde su lecho, moribunda, la reina madre de Francia Catalina de Medici pasa balance a una agitada vida política. La acción de la novela transcurre en el preludio de la noche más larga y sangrienta que jamás tuvo lugar en París: el día de San Bartolomé, el de la caza y exterminio indiscriminado de calvinistas hugonotes por obra de los ambiciosos señores católicos de Francia. El relato intenta dilucidar la responsabilidad real en los hechos de Catalina, una apasionada del ejercicio del poder. Pero en todo este complejo juego de intrigas y poder a la sombra, la auténtica redentora de la figura de la reina será ni más ni menos que la humilde camarera Tinella, joven huérfana que por su condición de hija adoptiva de Catalina atraerá la parte más humana de una monarca juzgada fría y sin corazón. El colosal palacio del Louvre es el espacio donde coinciden dos planos narrativos, el de el ala real, donde se va a cocer el desgraciado encuentro entre las ambiciones políticas de la nobleza reaccionaria y de los príncipes conversos, y el de la parte opuesta, la cocina, donde Tinella, la única sirvienta que tiene acceso directo a la reina, descubrirá los indicios de una auténtica conspiración a dos bandas. Un lema une los dos planos: “Si confiar es bueno, desconfiar es mucho mejor”. Seguir leyendo